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La delicadeza

19 Jul

 ¡Cómo pasa la semana! Esta entrada lleva esperando desde el lunes, y ya estamos otra vez a las puertas de un nuevo fin de semana…Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y como la entrada no habla de algo que “pase de moda” tan rápido, aquí os la dejo…

El domingo acabé un estupendo fin de semana repleto de planes veraniego cenando en Vips después de haber visto “La delicadeza”, una película que recomiendo vivamente. Tenía ganas de verla y no me ha decepcionado en absoluto. Cine europeo, que tan cercano y cotidiano se hace y que transmite mucha profundidad.

Es un film que nos muestra, a través de la vida de su protagonista, el amor delicado, fiel y sencillo, además de ofrecer momentos muy divertidos.

Sin hablar de escenas concretas, que es dónde mejor se explican los valores que transmite la película, para no destriparla, me gustaría comentar algunos de los valores que impregnan el largometraje.

El título no podía estar mejor elegido, porque la historia que narra es así: delicada. Transmite un amor que sabe querer como el otro necesita ser querido y no como a uno mismo le gustaría que fuera. Un verdadero “darse”, que respeta a la persona; sus tiempos, su espacio, su intimidad. Un amor que está en los detalles conquistadores, porque está pensando en el otro, que es fiel, constante, paciente.

En la película se ve cómo el amor es un proceso, con etapas que hay que respetar para que «funcione», sin impacientarse si no disfrutando de cada una de ellas. Creo que otra de las características de la relación entre novios que se puede extraer es que el amor debe basarse en una sólida relación de amistad: conocerse, compartir momentos buenos y malos juntos, hablar, reírse…compartir la vida.

Es una película entrañable, emotiva y divertida. Si tenéis ocasión, no dejéis de ir a verla;)

¿Por qué llevamos… 500 días juntos?

10 May

«500 días juntos». Así se llama la película que tuve la oportunidad de ver acompañada de una rica cena y unas cervezas con  buenos amigos. 500 día de amor, desamor, ilusiones, frustraciones, indecisiones…500 días que dan para mucho, mucho debate. La película tiene como hilo conductor la relación de una pareja. A lo largo de film se ve cómo va evolucionando él, cómo va evolucionando ella y cómo evoluciona su relación. Esta entrada no pretende ser un resumen de la película ni «contar quien es el asesino y quien se muere al final», si no trazar unas líneas de reflexión en torno a ella.

La primera reflexión que se me viene a la cabeza tiene que ver con la coherencia entre los actos y las palabras. Los seres humano necesitamos dar coherencia a nuestra vida, que nuestras palabras, pensamientos y obras vayan en la misma dirección. No sólo necesitamos esa coherencia para nosotros mismos si no que los demás también necesitan de nuestra coherencia para saber a qué atenerse.

Es recurrente en la película la disonancia entre los actos y las palabras de uno de los protagonistas en lo que a su relación con el otro respecta. Quizá el origen de ese desacuerdo entre obras y palabras sea la inmadurez ,el egoísmo o el miedo al compromiso, pero el hecho es que provoca inseguridad y «no saber a qué atenerse» en la otra persona. El decir con palabras que «sólo somos amigos», «hay que ir despacio», «ya se verá», «sin presiones», no puede ir acompañado, o no debería, de actos que son propios de una pareja que son bastante más que amigos.

Al fin y al cabo, esta situación supone jugar con los sentimientos del otro, que no sabe a qué atenerse, qué creerse, en que sustentarse. Lo normal sería que las palabras guiaran, sin embargo ya sabemos que «una imagen vale más que mil palabras», y un acto tiene también mucho más poder que simples vocablos. En la película llega el momento de la pregunta «¿Qué somos?«, provocada por esta situación. La respuesta a esta pregunta por parte de los dos es completamente opuesta, cuando la relación es la misma.

La conclusión es clara: si lo que quieres es ser sólo amigos, compórtate como tal. Lo contrario es provocar confusión.

Por lo tanto, creo que la coherencia es un rasgo fundamental en cualquier aspecto de la vida, también cuando se trata de relaciones con los demás y de sentimientos. Por tanto, que el sí sea sí y el no sea no, aunque esto suponga arriesgarse.

Una pregunta que me surgió en un momento de la película y que continuó en mi mente hasta el final  es «¿Hasta dónde se puede llegar a sufrir?».O mejor dicho: «¿ Hasta dónde se debe llegar a sufrir?». Una relación basada en la incertidumbre, en no saber a qué está jugando el otro, que lleva al sufrimiento, no es sostenible en el tiempo. Es cierto que una persona enamorada puede aguantar hasta límites insospechados, sin embargo hay que aprender a «quererse un poco a sí mismo».

No hay nada peor que la incertidumbre. No saber cuál es la intención de la otra persona, sufrir falsas ilusiones o incoherencias del otro, hace que no se sepa «hasta donde llegar, cuánto esperar». A lo mejor ha llegado el momento, doloroso sin duda, de decidir acabar con esa situación y «olvidar» a esa persona, pasar página. Es una decisión difícil pero llegado un punto acertada, porque también hay que saber «velar» por uno mismo y por los propios sentimientos. Puede que alargar la situación no vaya a provocar sino más dolor futuro.

Quizá debería aclarar que me estoy refiriendo a relaciones de noviazgo y no a matrimonios donde ya hay un compromiso claro. Este último caso daría lugar a otra entrada, ya que se debe tratar desde otro ángulo. Las relaciones de compromiso ya adquirido deben lucharse de otra forma, y teniendo claro el compromiso que tenemos con la otra persona.

Cuando se está en una situación como la de la película, la persona que sufre la incoherencia está cegada, y no ve lo que tiene alrededor. En un punto de la película se ve cómo esta ceguera  hace que la persona pase al lado de muchas cosas buenas sin darse cuenta, perdiéndose muchas oportunidades y cosas maravillosas.  Sólo hay que ampliar las miras.

Estas son algunas pinceladas de las reflexiones que se despiertan con esta película. Hay otras muchas, así como distintas formas de enfocarla. Os animo a todos a verla, y si es con amigos mejor. El debate está asegurado, y en mi caso fue muy enriquecedor. Desde luego, os sentiréis identificados en algún momento de la película casi con seguridad.

¡Gracias, Alvaro, por la idea!;)

Crisis: ¿Amenaza u oportunidad?

14 Dic

Crisis. Una palabra que todos intentamos evitar y que parece que nos persigue. Crisis económica en primer lugar. Crisis de adolescencia, crisis de los cuarenta, crisis existencial, crisis de pareja, crisis matrimoniales…. Es un término ineludible en la vida y temido por el significado negativo que le damos. Sin embargo, una crisis no implica algo malo por definición. En todas sus acepciones, la palabra crisis se refiere a cambio, a proceso. Pero no a un cambio necesariamente negativo. Es un momento de inflexión, de incertidumbre, cuyo final está por determinar.

La crisis económica en la que estamos imbuídos no es deseable. Sin embargo, forma parte del ciclo económics, al igual que las fases de expansión económica. A esta crisis le seguirá, aunque no sepamos cuando, una etapa alcista. Algo parecido pasa en nuestra vida: a los momentos de crisis les siguen momentos de crecimiento.

Me atrevería a decir que,en el plano de lo personal, las crisis no sólo no son malas si no que son incluso buenas porque nos ayudan a crecer y, si sabemos dirigirlas convenientemente, salimos fortalecidos de ellas, nos refuerzan.

La crisis de la adolescencia es un momento necesario, de búsqueda de la propia identidad, de encontrar el propio yo. De esta etapa, bien llevada y con ayuda, resultan personas maduras, adultas, seguras de sí mismas, que saben cual es su papel en la sociedad.

Podemos pasar por otro tipo de crisis a lo largo de nuestra vida: a la hora de elegir estudios, en nuestra trayectoria profesional, en nuestras relaciones personales… Son momentos cruciales, encrucijadas de nuestra vida que no significan en sí mismas derrotas. Una crisis no es una derrota. Estar en crisis no es estar vencido. Es pasar por una situación delicada, cuyo final será bueno si sabemos sacar enseñanzas y salir con impulso de ella.

 En el plano de las relaciones humanas, una crisis de pareja puede reforzar la relación, si queremos. Para ello, es importante contar con el otro, comunicarse, querer entendernos y no remar cada uno para su lado. Una crisis bien resuelta hace más fuerte y resistente el amor, porque nos hace comprometernos más.

Liberemos por tanto a esta palabra de su significadoen ocasiones mal entendido. Aprendamos a ver las crisis como oportunidades, como retos, y no como amenazas. Son momentos difíciles, nadie ha dicho que fueran fáciles. Pero si los llevamos con optimismo, con ganas de vencer y de crecer, cobran una dimensión muy positiva.

 “Si tengo la corriente en contra me entran más ganas de remar”. Y saldremos de esos ríos revueltos con más fuerza, a un mar tranquilo y sereno.